NARRADORES
Omnisciente: el narrador sabe más que los personajes. Este fragmento del texto Teru-tero de Javier de Viana, en donde el narrador conoce hasta los más íntimos pensamientos del personaje.
"Camila mostraba gran preferencia por un mocetón del pago, un gauchito aindiado, trigueño y jaranista, célebre por sus fuerzas y sus proezas como domador de afición. Con frecuencia iba a la estancia del Río Negro y sus relaciones con Camila aumentaban rápidamente. Eran dos caracteres semejantes y se entendían a las mil maravillas. Muchas veces, paseando por el patio, él, -que ardía en deseos, y con la boca seca y el espíritu embotado no encontraba frases que dirigir a su prenda-, llamaba a Teru-tero y se ensañaba con éste, inventando diabólicas travesuras, que la china festejaba con grandes risotadas..."
Equisciente: el narrador sabe lo mismo que sus personajes. Este fragmento de Muebles El Canario de Felisberto Hernández (1999:23), ejemplifica cómo el narrador interior y por lo tanto personaje del relato, conoce sobre sí mismo pero no sobre los demás.
“…Terminado de decir -es de usted- ya sentí un pinchazo y vi una jeringa grande con letra...Pero no sólo no comprendí lo que pasaba sino que me asusté. En ese instante ocurrieron muchas cosas. La primera fue que aun cuando ese señor no había terminado de pedirme permiso, y mientras yo le contestaba, él ya me frotaba el brazo desnudo con algo frío que no sé por qué creí que fuera saliva. Y cuando yo había…”
Deficiente o infrasciente: el narrador sabe menos que sus personajes. El narrador en este fragmento de A la deriva de Horacio Quiroga (1999:8) posee un conocimiento tan escaso de los hechos que ignora los motivos del silencio de Alves.
"-¡Alves! -gritó con cuanta fuerza pudo; y prestó oído en vano.
-¡Compadre Alves! ¡No me niegue este favor! -clamó de nuevo,
alzando la cabeza del suelo. En el silencio de la selva no se oyó rumor..."
alzando la cabeza del suelo. En el silencio de la selva no se oyó rumor..."